Cada noche, antes de acostarse sobre su concha, leemos algún cuento. O si no, simplemente, reinventamos las palabras como a mí me gusta en cada uno de mis libros.
Por cierto, ayer llegaron las primeras galeradas de ese El amor en los tiempos del Mindfulness que presentaremos en octubre. Y en ellas, este nuevo diccionario con el que juntos reinterpretamos la Vida.
Amabilidad: Tratar a los
demás como me gustaría que me trataran a mí.
Atletismo:
Disciplina deportiva en la que correr no es de cobardes.
Basura: Materia que tiramos porque no sabemos para qué nos podría
servir.
Batería: Monitor de soporte vital que resucita
a un ordenador, mientras carga aquellas partes de mi vida que a veces parecen
muertas.
Celos: Muro sin razón de ser que se levanta entre dos
confianzas. Nunca podrán ser amor; a lo sumo, un amor propio mal gestionado.
Esperanza: Asidero del desquiciado.
Hombre: Ser animado racional que
acostumbra a portar un teléfono móvil en su mano.
Humildad: Virtud consistente en
conocer tus debilidades para, desde ellas, obrar con fortaleza.
Luna: Satélite de ese planeta en el que se reencuentran los
besos perdidos.
Maceta: Retal de Naturaleza que florece en mi casa.
Maleta: Metáfora de cada vida. Al revisar la nuestra, comprobamos
lo que fuimos.
Mariposa: Primera bailarina en la danza del
jardín. Dado que hubo un tiempo en que fue larva, me sirve como ejemplo de
superación.
Mindfulness: Declaración del estado de alerta en el
territorio de la mente.
Medusa: Bocanada de vida en algún mar sin humos.
Optimismo:
Sonreír todos los días.
Pepino: Lo que me importa lo que no me importa.
Pingüino: Ave palmípeda que prefirió nadar a volar,
cambiando el azul del cielo por los azules del mar.
Piraña: Pez que habita en los
mares de nuestra imaginación y que a veces devora los finales de mis cuentos.
Soberbia: Pobreza de creer que uno
es el más rico en todo.
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