Fue otra noche de presentes. Y además -como asegura nuestra Sirenita-, quien nos regala en Nochebuena, nos conoce muy bien. Solo así se explica que bajo aquel árbol hubiera esas entradas con mi nombre. Una para cada uno de la familia, con la que asistir de nuevo a ese lugar donde ocurren los milagros: el circo. En esta ocasión, para el domingo siguiente en el de Nadal, en la ciudad de Vigo.
Mientras retiraba su envoltorio recordé aquellas tardes de pueblo con mis abuelos, ante cualquier carpa improvisada, aplaudiendo al hombre-orquesta con su cabra equilibrista... esas tardes de barrio junto a mis padres, frente a cierta pista, temerosos de que algún tigre hiriese al fornido domador... estas tardes de pandemia con mis pequeños, permitiéndonos disfrutar del mayor espectáculo del mundo.
Respetando cada medida establecida, en este 2021 sumamos cuatro sesiones circenses... Y haciendo balance de mi vida, ¡creo que más de cincuenta! Con un detalle así, ¡conmigo siempre aciertan! Será que la Sirenita lleva razón y quien nos quiere sabe de sobras que lo que más me gusta que nos regalen es eso tan sencillo -y a la vez, tan extraordinario- llamado ILUSIÓN.
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