El pintor de las neuronas (Anaya), de Vicente Muñoz Puelles, poseía todos los ingredientes para ser otro libro especial: fue regalo de un amigo estupendo -Pedro suma a esa cualidad la de ser una gran persona y haber sido mi entrenador de Atletismo-, trata sobre ese personaje al que siempre he admirado -Ramón y Cajal, científico-, estamos en el Año significativo para promover la figura de don Santiago Ramón y Cajal... Y lo más importante: era el texto que el Principito había elegido para que lo leyéramos juntos en la segunda quincena del mes de enero.
He de reconocer que la obra resulta de lo más interesante, fluida en su lectura, amenizada por las ilustraciones de Pablo Torrecilla, escrita desde la voz de un narrador cercano a nuestro Premio Nobel que aporta datos de su biografía cuando menos sorprendentes... ¡Imaginaos que hasta le ofrecieron a Cajal poner su nombre a una marca de bombones! ¡Si se llega a enterar de eso Benito Expósito Expósito, protagonista de mi novela Mi planeta de chocolate (Ediciones Irreverentes)!
Y que, sobre todo, nos muestra detalles de un genio de lo más humano, demostrando una vez más que las personas extraordinarias lo son también en valores.
El pintor de las neuronas. Para leer, para releer. Y es que, amigo Pedro, ¡qué gran regalo me hiciste!
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