miércoles, 5 de agosto de 2020

Quejándome de las quejas

Este mismo lunes entraron dos. Otro par de reclamaciones alegando supuestos agravios a propósito del calendario vacunal. La primera cuestiona airadamente por qué solo se incluye a las niñas frente al Virus del Papiloma Humano. ¿Qué pasa con los chiquillos? La segunda, por qué se eligió una fecha para a partir de ella vacunar contra Meningitis ¿Y si mis hijos nacieron antes? Pese a sus diferencias, ambas coinciden en ciertas frases: ¡Cuánta injusticia!, Tengo derecho a y Que todas sean gratis.
Aun asistiéndoles la opción a presentarlas, esas personas reclamantes deberían saber el tiempo invertido en darles respuesta -que indudablemente se resta a otras actividades de interés-. Pero es que además, no siempre tienen razón.
Deberían saber que la Comunidad en la que viven -y en la que yo desempeño mi trabajo- ofrece uno de los calendarios vacunales gratuitos más completos de España y, desde luego, mucho mayor que el de nuestros países vecinos. En Francia, Alemania o Italia, por poner tres ejemplos cercanos, los productos financiados por su Administración son significativamente menores. ¡Y no digamos en Estados Unidos! De ahí la sorpresa de aquellos estudiantes Erasmus a quienes hubo que vacunar como consecuencia de un brote. ¿De verdad que no nos cuesta nada?... Deberían saber del esfuerzo a diferentes niveles que conlleva incrementar y actualizar dichos calendarios, máxime en tiempos de recursos limitados, tomándose decisiones lo más eficientes posibles desde una perspectiva preventiva... Y deberían saber que como persona y epidemiólogo siempre antepondré a la Justicia -todo para todos- esa otra virtud llamada Equidad -más para quien más lo necesite-. Porque puede que en nuestro medio la vacunación infantil no sea todo lo justa que quisiera, pero al menos resulta todo lo equitativa que el sistema nos permite.
Así, entre montañas de quejas, rebusco en mi memoria si alguien nos escribió alguna vez agradeciendo la amplitud de vacunas que ofrecemos sin coste... Casual o causalmente encuentro una: aquella muchacha austriaca, hija de emigrantes leoneses, a quien vacunamos contra la Rabia después de que un murciélago le mordiera. En su texto refería que de haber estado en Viena, habría tenido que abonar las cuatro dosis.
Y es que, aun a riesgo de perderla, deberíamos valorar más la Salud Pública que tenemos.

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