Ha sido una jornada repleta de adjetivos: soleada, literaria, turística, divertida, exitosa en sus objetivos... Y cargada de reencuentros: con mis colegas de letras David Acebes Sampedro -que dedicara a mis hijos El perro que escribía poemas de amor- o Jesús Salviejo -quien hiciera lo propio conmigo, mediante su Chankoro-, con la simpatía de los cuentos de Pablo Albo, con mi amiga Soco -me encantó su visita a nuestro stand-, con los editores Vera y Miguel Ángel -quienes llevaran puntualmente ejemplares de todas mis obras-... Pero, sobre todo, ha sido un renacimiento en lo personal.
Desde mi firma de libros en la Feria de León hace una semana hasta la de hoy en Valladolid, pasando por el cuentacuentos en la Escuela Universitaria de Trabajo Social y un encargo de cierta institución para participar en otra antología, he sentido esa necesidad de volver a hacer algo realmente apasionante que la pandemia había ralentizado: escribir para compartir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario