"Si hay un contexto en el que una imagen vale más que
mil palabras, ese es sin duda la guerra; ante tanta desolación, te acabas
quedando sin ellas. En Medjugorje descubrí sus horrores, aprendí la realidad a
tiro limpio junto a la mayor de las crueldades: que todos eran producidos por
el ser humano. Además, detrás de ese concepto se esconden otros muchos cargados
de dolor más allá de lo meramente físico. Quien siembra odio, recoge venganzas,
heridas en carne viva, cicatrices que ni siquiera pueden cicatrizar... Cuesta
demasiado entrar a donde todos quieren salir.
Se nos rompió el alma y me escuece mucho. Lo notamos
en las caras que ofrecen su reflejo, en las respiraciones que muestran el de su
mente; quien se siente tranquilo, respira tranquilo… ¡Y hace tiempo que nadie nos quita esta inspiración
entrecortada! Jamás he vivido algo tan tremendo, aunque después volviera el
silencio; esa ausencia de sonidos como si nada hubiera ocurrido, cuando en
verdad ha pasado tanto… Si cada lugar en el que se han cometido atrocidades
acaba convirtiéndose en museo, en el futuro este será un museo.
Ante la humareda de los tiroteos, esa realidad
permanece invisible en los datos oficiales. Durante aquel conflicto de los
Balcanes descubrí que las pasiones mueven más que la razón… que cuando alguien
busca excusas para hacer algo –por horrendo que pudiera parecer- las acaba
encontrando… que a veces en nombre de la Historia, la Justicia o el mismísimo
sentido común se da cabida a cualquier barbaridad… que detrás de muchos odios
enquistados se esconde mucha incultura… que los más ignorantes acostumbran a
ser los más intransigentes… que hay personas cuyo único plan B es repetir su
plan A… Allí viví otra experiencia como médico, atendiendo a pacientes heridos
por los bombardeos, la intolerancia, la incomprensión. Y allí constaté la
importancia que tiene para todos el que podamos vivir en PAZ".
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