En este confesionario que constituye mi blog, últimamente me acuso de escribir menos de lo que me gustaría y -aunque nunca lo hiciera en exceso- de haber dejado de participar en alguno de los miles de concursos literarios que se convocan. Sin embargo, hay algunos de un género muy especial a los que me asomo siempre que puedo: los de palíndromos; esas frases capicúas que se leen igual de izquierda a derecha que a la inversa.
Organizados habitualmente por el Movimiento Literario Palindrómico REVER y el Club Palindromista Internacional, presumo con simpatía de haber participado entre otros en la III Copa del Mundo de Palíndromos REVER o en el último IX Premio Internacional de Literatura Palindrómica REVER 2019.
En el VIII Festival Internacional de Poesía y Arte "Grito de Mujer" -celebrado en León el pasado año- presenté un poema simétrico titulado Adán, ¿somos o no somos nada?, en la segunda parte de mis Catorce lunas llenas uno de sus protagonismos será otro aficionado a los palíndromos, mi seudónimo como concursante suele ser la ciudad belga de Ellemelle, e incluso en Wikipedia se han enterado literalmente de que "cultivo el género del palíndromo".
Sea como fuere, se trata de una forma de escribir que me ilusiona. A fin de cuentas, como consta en una de mis composiciones: Soñad sol, aroma. Sedle oído a la luna... ¡Y anúlala! Odio el desamor a los daños. Porque sé verla al revés. O si no, que le una Manuel.
domingo, 3 de marzo de 2019
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