Evidentemente vivimos en un mundo invadido por la tecnología. Hay cierta tienda al lado de nuestra casa -que casualmente entrega productos comprados on line desde algunas plataformas- en la que solo puedes guardar fila si descargas su código de barras, hoteles que únicamente admiten reservas a través de su página web, ejercicios del colegio que no hay otra manera de entregar que mediante su classroom virtual. Como diría mi amigo Nicasio, eso es una realidad que debemos asumir porque así será la realidad del futuro.
En principio, y a pesar de los posibles efectos secundarios que en ella diagnostique, tampoco se lo discuto. Los tiempos cambian y nosotros debemos cambiar con ellos. Lo que a mí más me preocupa es que en esa exaltación a las nuevas tecnologías -aunque ahora mismo resulta más nuevo un boli BIC que cualquier ordenador- olvidemos cultivar facetas de la vida tan importantes como la gestión de nuestras emociones, escribir textos a mano, modelar arcilla, respetar la Naturaleza o el propio proceso comunicativo.
Por poner algún ejemplo, el pasado fin de semana asistí a una interacción vía chat entre nuestro Principito y un compañero suyo del equipo de balonmano -según todos, otro as en el manejo del Brawl Stars-, a propósito del resultado de su último partido:
- ¿Cómo has quedado? -preguntaba mi hijo.
- ¡Palizón! -le respondía en un escueto mensaje plagado de emoticones, incluidas dos ranas y la bandera de Brasil.
- Pero, ¿habéis ganado o habéis perdido? -insistió.
-¡Sí, de veinte! -esta vez junto a un meme imposible de interpretar.
Sea como fuere, después de dos preguntas seguíamos sin saber si en verdad había salido victorioso o derrotado. De manera que planteamos una tercera:
- Entonces, ¿ganasteis?
En esta ocasión su respuesta consistió en una presentación con varios fuegos artificiales expandidos por la pantalla que traducimos por un simple ¡sí!
Porque uno de los riesgos principales que atribuimos a tanta robótica asienta precisamente en eso: en que -acostumbrados a competir ante tales píxeles- no recordemos que el destinatario último de nuestra comunicación será siempre una persona. De ahí que, al menos en casa y procurando evitar esos olvidos, sigamos manejando simultáneamente nuestros bolígrafos BIC.
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