Al margen del resultado del partido amistoso que disputó esta mañana mi hijo con su equipo Alevín de Balonmano, sentí que al salir de vestuarios estaba un tanto decaído. Al preguntarle por los motivos, compartió que hubo una jugada perfectamente explicada por su entrenador en coordinación con el resto de la plantilla, que sobre la pizarra terminaría con un tiro suyo que debía ser gol.
En principio, todo sucedió según lo previsto. El central pasa su balón al pivote, este al lateral izquierdo que se lleva consigo a la defensa; de ahí va a Manuel en el extremo, dribla a su marcador dando dos pasos, salta perfectamente y lo lanza con efecto, batiendo al portero pero estrellándolo contra el poste. De manera que el tanto no subió al marcador, a pesar de haber tejido una jugada técnicamente perfecta.
Ante la posibilidad de que le rondara ese fantasma de haber fallado a la confianza que en él depositaron sus compañeros, me acordé de una frase que ante otro deporte hermano dijera el mítico Michael Jordan y que enseguida le repetí: He marrado más de 9.000 tiros durante mi carrera, he perdido casi 300 partidos. En 26 ocasiones me han confiado el último tiro del encuentro y he errado. No he acertado una y otra vez en mi vida... Pero justamente por eso he tenido éxito. Y es que, aun siendo todavía un juego, en ese aprendizaje no puede tener cabida la palabra rendición. Será que como asegurase aquel otro genio llamado Magic Johnson, si te rindes una vez, estás perdido... porque corres el riesgo de que se convierta en hábito.
2 comentarios:
Gracias por este bello ejemplo para sacar un aprendizaje. Un besote y feliz finde, Manuel.
Jóvenes y no tan jóvenes. Tu hijo y quien escribe. Uno en balonmano, otro en pádel. El reto está en jugar y mover el cuerpo. Es la mejor señal de que la SALUD nos acompaña. Un abrazo
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