Aunque apenas jugamos al Tenis y ni siquiera sea nuestro deporte de cabecera, algún que otro domingo me gusta echar un partido informal contra mi hijo. De hecho, a él le encanta enfrentarse a mí porque soy un adversario demasiado fácil de doblegar. Hoy mismo teníamos pista reservada, si bien la hemos anulado para ver en acción a otro tenista que hasta hace poco más de un mes no estaba en condiciones de competir, que en diciembre estuvo encamado por la COVID19, que padece una lesión crónica de escafoides que podría invitar a su retirada, que se ha enfrentado a rivales más jóvenes que son de lo mejor del circuito, que quizá llegara a este campeonato algo falto de entrenamiento... pero que, sin duda, es por sí mismo y con todo merecimiento un ejemplo de cada uno de los valores que representa cualquier deporte: RAFA NADAL. Y es que esta mañana, además de convertirse en el primer tenista del mundo en ganar 21 torneos de Grand Slam firmando otro partido para la Historia, ha vuelto a ser referente de esfuerzo, pundonor, saber estar -correctísimo en sus palabras para su contrincante- y saber ganar, en un momento anímico en el que muchos lo necesitamos.
Aun cuando la comparación pueda parecer irreverente, al igual que pasa cuando recuerdo a mi madre, me sobrevienen tantos adjetivos positivos para calificarle que no me sale ninguno. Tan solo decirle gracias y enhorabuena, junto a esas palabras de aliento que a menudo copiamos en nuestro Hospital, mientras tratamos de remontar otros envites mucho más duros por esta vida: ¡Vamos, Rafa!, ¡vamos todos!
2 comentarios:
Enhorabuena Rafa y muchas gracias por todo lo que sin querer nos inspiras.
Todo un ejemplo de saber ser y estar. Gracias. Y gracias a ti, Manuel. Un besote.
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