De siempre me ha gustado el deporte de base. Recuerdo hace años, cuando lo mío era el Fútbol, la de fines de semana que pasaba en el campo de mi barrio, disfrutando con partidos de las categorías inferiores de nuestro Club Deportivo Ebro. De hecho, recuerdo haber visto sobre su césped a jugadores como Milla, Villarroya o el mismísimo Puyol antes de que triunfaran no solo con sus equipos sino con la selección.
Ahora que soy aficionado al Balonmano, hago lo propio siguiendo los partidos de mi hijo en su Abanca Ademar León Promesas, de categoría infantil. Este sábado por la tarde disputaron contra Sariegos Promesas -equipo vecino, en el que contamos con varios amigos- el encuentro de la jornada. Segundo contra primero, con permiso del Prevennova Burgos. Fue otra celebración del deporte, con un graderío prácticamente lleno, mucha animación, ese marcador que podría haberse inclinado hacia cualquiera de los dos lados y un desenlace final a modo de rosca para quien mejor supo gestionar la tensión de este partido.
Por un momento hice amago de quedarme con sus nombres, soñando con que más de un pivote o lateral de los que estaba sobre la pista acabará despuntando en sus primeros equipos. Sin embargo, a estas edades lo más importante no es eso... ni siquiera el resultado... sino que aprendan y disfruten de cada lance, adquiriendo en ellos tantos valores -grupales e individuales- que les transmite la práctica deportiva.
Por eso al final, entre el saludo emotivo de los jugadores, la ovación fue para todos. Enhorabuena por vuestro esfuerzo, por esa ilusión, por el espectáculo que nos habéis ofrecido... ¡Y es que así son las fiestas del Balonmano de base!
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