A menudo pienso que con mi literatura sucede otro tanto. Cada párrafo refleja claramente cuál es nuestro estado de ánimo. Y aun cuando sea una persona con cimientos positivos, se nota entre líneas que en estos tiempos del Coronavirus nos ronda cierta dosis de desaliento.
Después de tanto vivido, parece hasta lógico. Sin embargo, a pesar de las circunstancias, me niego a caer en él. Por eso, desde esa Sección de Epidemiología seguiremos trabajando, incluso dando respuesta a preguntas tan difíciles para nosotros los expertos como aquella que anoche me hacía la Sirenita: Papá, ¿este año los Reyes Magos repartirán sus regalos con mascarilla? Y seguiremos compartiendo, a sabiendas de que escriba lo que escriba, en ese ejercicio me siento dichoso. A fin de cuentas, como dijera aquel maestro de todos llamado Jorge Luis Borges, uno puede fingir muchas cosas, incluso la inteligencia; lo que no se puede fingir es la felicidad.
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