Si un litro de aceite usado contamina más de mil litros de agua y ayer sacamos de la ribera del río Esla una lata conteniendo cinco litros, los chiquillos que nos acompañaron en nuestra batida de limpieza pudieron calcular que al retirarla evitamos la contaminación de una gran cantidad de ese recurso. Y es que tal aceite de motor es un producto altamente tóxico, de lenta degradación y alta adherencia -incluyendo a las plumas de las aves-, que no acabamos de reciclar.
Sin embargo, lo más incisivo de nuestra llegada estuvo en esa pregunta de la Sirenita: ¿Quién lo ha arrojado ahí?
En verdad que no atinamos a saberlo si bien, por hallarse cerca de unos campos de maíz, podría tratarse de cualquier tractorista que -paradójicamente- vive de los frutos de la tierra.
Dos bolsas llenas de plásticos, una docena de botellas de vidrio y tres mascarillas completaron la captura. Y así pasamos otra mañana soleada, en bicicleta, entre amigos, en plena Naturaleza y cuidando nuestro entorno... Si bien, lo más mordaz de nuestra despedida estuvo en esa cuestión del Principito: ¿Y no sería más fácil que nadie lo tirase y no tuviéramos que venir a recogerlo?
lunes, 7 de septiembre de 2020
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