Durante esta semana hemos asistido con preocupación a la paralización del ensayo que viene realizándose en todo el mundo con la llamada Vacuna Oxford frente a Coronavirus -actualmente en Fase 3-, a raíz del diagnóstico de una enfermedad inexplicable en uno de los voluntarios a los que se administró.
Aun cuando sea el primer incidente de esta índole entre las decenas de miles de probandos a quienes se ha administrado y pudiera tratarse de una relación casual, resulta una noticia triste al frenar el entusiasmo generado por los buenos resultados que dicho preparado parecía ofrecer.
Este supuesto efecto adverso -sigue pendiente de confirmación aun cuando por precaución ya debe considerarse como tal- habría de enmarcarse en el contexto de cualquier investigación. Dicho de otra manera, antes de comercializar cada medicamento han de superarse una serie de fases que garanticen su eficacia y seguridad. Todo debe ajustarse al método científico y a los criterios epidemiológicos para ello establecidos. No valen las prisas ni las improvisaciones. Y más ante vacunas preventivas que en principio se administran a sujetos sin patologías previas. De ahí que este proceso resulte lento y que para la Ciencia no sean admisibles otras propuestas terapéuticas que se saltan este sistema de validación.
Precisamente, esa Vacuna Oxford es la que España tenía previsto recibir en diciembre, por lo que parece probable que este incidente acabe retrasando su distribución. Y es que ahora un equipo investigador independiente valorará la posible relación causal entre su administración y esa patología.
Sin duda, otro contratiempo demasiado cerca de la línea de meta, detrás del cual hemos de ver también una normalidad en los ensayos clínicos y una garantía de seguridad en la vacuna. Porque como afirma el científico Vicente Larraga, del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, de cada 10.000 moléculas que empiezan una fase preclínica -pruebas en células y animales- solo una alcanza la Fase 4 -comercialización-. Y es que allá donde nuestras ganas querrían una prueba de velocidad, la Ciencia nos impone una carrera de fondo.
jueves, 10 de septiembre de 2020
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