En ese confesionario en el que a veces convertimos el momento de la cena, nuestro Principito nos ha revelado que como en el cole no pueden practicar deportes de equipo, a lo que más juegan en su recreo es a policías y ladrones. Eso sí: dado que con eso del Coronavirus no se pueden acercar mucho, lo mejor es ser caco pues casi nunca te pillan.
La Sirenita nos contaba que hoy jugaron a ir a clase. De manera que antes de entrar tomaban la temperatura con un termómetro de mentira, ponían su mascarilla, echaban gel imaginario en cada mano y si alguna tosía debería volver a casa.
Y es que en su condición de esponja, los niños juegan a lo que ven.
Incluso aquel abuelo que me habló de una guerra, decía que los chavales de entonces jugaban a esconderse en casetas de cartón para huir de los bombardeos que en sus sueños ideaban.
De ahí que los pequeños sean un grupo tan vulnerable, que debamos extremar nuestro cuidado con ellos. Y más con todo cuanto están viviendo en esta pandemia: durante el confinamiento fueron los últimos a los que se les permitió salir -por detrás incluso de las mascotas-, sus parques siguen cerrados -a diferencia de las salas de juegos de los mayores-, las horas de mascarilla llevan camino de prorrogarse... Y sé por mi trabajo que a más de un chiquillo no se le ha considerado su exención por considerarse otro capricho infantil.
Por eso quisiera que esta entrada les sirviese de homenaje. Por ser como son, por ser nuestro futuro, por ser simplemente niños. Y también, como adulto, para pedirles perdón; porque a menudo adoptamos decisiones en su nombre, cuando en verdad en quien estamos pensando es tan solo en nosotros.
5 comentarios:
Ojalá, Manuel, l@s niñ@s de ahora vuelvan a jugar más tiempo en la calle, al aire libre, como lo hicimos nosotros en nuestra infancia. Pienso que sería más saludable...
Hola Manuel. Totalmente de acuerdo contigo y estoy segura que si fueran los niños y niñas quienes gobernasen estaríamos mejor. GRACIAS. Cris.
Ayyy nuestros peques!!! Están viviendo tiempos difíciles. Lo manifiestan de diversas y creativas formas. Exteriorizan su ansiedad, estrés e incertidumbre como pueden. Deberemos, como adultos, estar atentos a sus conductas y silencios; para ayudarles a comprender todo lo que nos está tocando vivir. Es importante, mantener la calma delante de ellos, ya que no tienen las habilidades sociales ni emocionales, desarrolladas lo suficiente como para gestionar situaciones cambiantes y posibles miedos que no llegan a asimilar. Como bien dices Manuel, son nuestro futuro. Merecen que los cuidemos.
Gracias por recordarnos Manuel que es importantísimo que sigamos siendo responsables y mostrárselo a nuestros pequeños, y no tan pequeños. Se fijan en lo que decimos y, sobre todo, en lo que hacemos, de tal forma que casi no hace falta hablar. Solamente con nuestros buenos gestos ya se acostumbran.
Buenas noches y mil gracias por cada uno de vuestros comentarios, que sin duda aportan mucho a cada contenido. De hecho, de todos tomaría alguna frase para nuestros niños hasta quedarme con esa de que merecen que los cuidemos.
Mil sonrisas y -como siempre decimos los cuentistas- nos seguiremos contando.
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