Al final hubo que operar. No quedaba otro remedio. Aquella lesión producida en aquella carrera solidaria que celebramos en nuestro pueblo, no podía salirse con la suya. En principio, sorteó al tratamiento médico y se burló de las tandas de rehabilitación, pero a la postre ha acabado sucumbiendo a la precisión de la cirugía.
A lo largo de este proceso me he sentido agraciado porque hubiera solución y agradecido por tanto acompañamiento. Me consta que muchas personas habéis estado a mi lado. De la A de Alma a la Z de Zulima. Por ello, GRACIAS con mayúscula, subrayado, negrita, en cursiva... Y sobre todo, de corazón.
Me permito también la licencia de mostrar nuestro agradecimiento al neurocirujano del Hospital de León, Dr. Carlos Sánchez, y a su equipo, por esa profesionalidad, por ese derroche de humanidad, por haber estado ahí cuando había que estar... e incluso por esa pasión compartida llamada Música.
Agraciado y agradecido, que por algo ambos términos provienen de la misma raíz indoeuropea: gwera -digno de alabanza-.
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