Esta mañana tuvimos deporte familiar por partida doble. Amalia asistió al penúltimo ensayo junto a su equipo, de cara a esa exhibición de Gimnasia rítmica que se atisba para dentro de muy poco. Manuel participó en el Campeonato Jóvenes Promesas de Ajedrez de León -organizado por Escuelas Deportivas Municipales-, después de rozar el podio en sus últimos campeonatos escolares de su categoría. Por suerte, ambas actividades coincidían en lugar -Palacio de los Deportes, en su pista y su hall respectivamente- y en hora -a partir de las 10:00 de la mañana-, lo que simplificó bastante nuestra logística.
Al final Manuel volvió a rendir estupendamente, quedando segundo a nivel individual en su grupo Alevín y cuarto en la clasificación por equipos intercategorías. Además, ha superado uno de sus hándicaps habituales, al ganar todas las partidas que le tocaron jugar con piezas negras. Ese segundo puesto se suma a otros conseguidos con anterioridad: subcampeón escolar individual de León en categoría Benjamín, subcampeón en menores de 14 años en aquel Open de Villademor de la Vega, campeón escolar por equipos de León en categoría Alevín -de hecho, la próxima semana competirán en la fase sector para acceder al campeonato autonómico-...
Tras la ceremonia de entrega de medallas, haciendo balance de lo vivido, él me preguntaba eso de que por qué queda tantas veces en segundo lugar... A lo que yo le he respondido simpáticamente con otra frase que dijera aquel ajedrecista, campeón olímpico, llamado Savielly Tartakower: el mejor de cualquier torneo queda siempre en segunda posición. Solo le gana quien tiene más suerte.
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