Hace una semana, cuando acudía a recoger a mi hijo a la salida del colegio, le descubrí subido a cierto muro animando entre gritos al resto de padres/madres a que fueran generosos y depositaran alguna moneda en esa especie de fila que sus compañeros habían colocado sobre el suelo. ¡Para chiquillos sin recursos, para comprar material escolar, para que puedan ir a la escuela...! De entrada, pensé que se trataba de alguna broma y le hice un gesto para que callase. Sin embargo, no tardé en darme cuenta de que detrás de tal actitud había otra acción solidaria con nombre propio: La ruta de los sueños, del Colegio Marista San José, de León.
Dicha ruta consiste en colocar una hilera de monedas sobre una recta con pegatinas, de diez metros de longitud -si bien, al final hubiera que ampliarla hasta veinte-, a fin de recaudar fondos para niños que no tienen acceso a la Educación. Esta iniciativa participativa viene avalado por el proyecto Ker Saroengo -Casa de Todos- del barrio leonés de Las Ventas.
Sin duda, una actividad de lo más interesante, promovida por un profesor-tutor a quien difícilmente sus alumnos olvidarán. Porque podrás no acordarte de aquel que te enseñó a resolver derivadas, la tabla periódica de los elementos o las primeras declinaciones en cualquier lengua muerta... Pero siempre -¡siempre!- recordarás a quien te abrió la puerta de los valores, proponiéndote un reto de vital importancia: ser mejor persona.
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