domingo, 22 de marzo de 2020

Vínculo en tiempos del Coronavirus

Siendo estudiante en la Facultad, un profesor de Psiquiatría nos advirtió del riesgo que en la práctica médica diaria tiene el vínculo clínico; esto es, establecer una relación especial con aquellos enfermos a quienes tratamos. Según su teoría, en algunos casos ese vínculo podría condicionar negativamente nuestra actitud, como ocurre en el llamado síndrome del recomendado: aparición de imprevistos o complicaciones no habituales en pacientes en los que -paradójicamente- se pretende realizar una atención más esmerada. En otros podría hacernos sufrir por encima de lo necesario, al sentir como propias sus consecuencias, incluyendo la dolencia o hasta su muerte.
A pesar de tales advertencias, doy por seguro que ninguno de mis compañeros siguió puntualmente su predicado. A fin de cuentas, cualquier paciente es muchísimo más que una suma de síntomas y signos... Sin olvidar que somos personas y que -como tales- tejer relaciones forma parte de nuestra condición.
En estos tiempos del Coronavirus en los que a diario repaso listas y listados, descubro que mi ciudad es más pequeña de lo que creía. Así, en cada revisión reconozco entre sus nombres a amigos, colegas, vecinos... A decenas de almas con las que de un modo u otro hemos establecido miles de vínculos.
Por ello me duele como propia su angustia, su sufrimiento... Y lamento en lo más hondo cualquier noticia fatal, como el adiós del bueno de Cayetano o de ese mago genial apodado Machi.
A aquel sobresaliente de Psiquiatría le he traicionado demasiadas veces pues sigo/seguimos sembrando vínculos en nuestro quehacer cotidiano. Mas no porque seamos sanitarios, sino -sencilla y simplemente- porque somos seres humanos.

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