En estos tiempos del Coronavirus nos hemos redefinido. Casi por arte de magia, hemos descubierto que no somos todopoderosos, ni el centro del universo, ni tan siquiera los reyes del mambo. Quizá sepamos ahora que vivíamos muy deprisa, que éramos menos solidarios de lo que creímos, que las cosas cotidianas poseen valor añadido... Tal vez también recordemos que somos animales de compañía, que precisamos del roce, del contacto físico, de una caricia sentida. Puede ser que por ello hayamos aprendido a sonreír con los ojos, a potenciar entre mascarillas nuestro lenguaje gestual.
Bajo esta premisa, valoro sinceramente ese invento casero llamado Abrazos seguros, que hace posible rodear a la persona añorada sin contacto físico. Se trata de otro diseño que acaban de estrenar en la Residencia de Mayores Delicias, de Zaragoza, gestionada por la Fundación Rey Ardid: un burro para colgar la ropa, ese hule transparente y los brazos de esos equipos de protección individual cosidos con maña permiten el milagro de que dos seres queridos puedan abrazarse sin que exista riesgo alguno de contagio.
Y es que el ingenio humano resulta ilimitado, abarcando en su arcoíris desde la concepción de cualquier vacuna hasta la de algún artilugio de lo más sencillo que otorgue esa opción extraordinaria de transmitir nuestros afectos... sin transmitir ningún microorganismo.
martes, 26 de mayo de 2020
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1 comentario:
Agradecer la noticia que bajo el título "Abrazos seguros, el invento casero que hace posible rodear a la persona querida sin contacto físico" (firmada por S.C.) ha publicado hoy Heraldo de Aragón, en la que me he inspirado para esta reseña, habiéndole tomado prestada la fotografía que le acompaña.
Mil sonrisas.
https://www.heraldo.es/noticias/aragon/zaragoza/2020/05/25/abrazos-seguros-invento-casero-zaragoza-rodear-persona-querida-sin-contacto-fisico-1376781.html
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