Mi abuelo el cuentista siempre nos advertía de que valorásemos todo en su conjunto. De hecho, recuerdo aquel ejemplo que refería: En la Biblia pone literalmente "Dios no existe"... Solo que antes figura "el ateo dice". De manera que o leemos globalmente o corremos el riesgo de quedarnos con una sola frase y sacar alguna conclusión equivocada.
Mi abuela la refranera lo sintetizaba en uno de sus proverbios: Calumnia que algo queda.
De entre mis vivencias, rescato la de aquella periodista que nos acompañó en una misión sanitaria y que al leer posteriormente su crónica distaba demasiado de la realidad que habíamos vivido. Sin duda, para justificar su estancia necesitó adornarla con sensacionalismo.
Y es que aunque asistimos a la era de la información, paradójicamente, jamás han circulado tantos bulos. De hecho, hay quien asegura que la mayoría de las noticias que reenviamos desde las redes sociales son sencillamente falsas. Las vinculadas al maldito Coronavirus se cuentan por millares: remedios sin base científica, orígenes confusos, datos manipulados, imágenes que ni siquiera se corresponden con estos días... Ni la primera mujer que probó una vacuna experimental acabó falleciendo ni se pretende utilizar dicha vacunación para introducirnos ningún tipo de chip, por mucho que lo corrobore un deportista de referencia como Marat Safin. Estas mentiras pretenden crear miedos e incertidumbre, afianzar alguna ideología ensalzando a unos o desprestigiando a otros. En definitiva, desinformar.
A esta epidemia de infoxicación colectiva que se ha desbordado en los últimos meses, la Organización Mundial de la Salud le ha dado nombre propio: Infodemia.
Con el fin de evitarla -con independencia incluso de que coincida o no con lo que pienso- hace tiempo que pongo en cuarentena cuanto me llega, provenga de quien provenga. Acostumbro a buscar la fuente de cada noticia, no quedarme solo con su titular, contrastar los contenidos, rebatirla de considerarlo necesario, jamás compartir cadenas... Y si como tantas ni siquiera me interesa, pasar directamente de ella.
Porque en verdad, la información otorga poder. Pero he descubierto que tanta desinformación nos va a acabar quitando el poquito que nos queda.
martes, 19 de mayo de 2020
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