Blancanieves y los siete enanitos es uno de los cuentos preferidos de mis hijos. Siempre que lo compartimos, en esa antesala de nuestros sueños, recitamos de memoria los nombres de cada personaje: Bonachón -o Feliz, según las versiones-, Dormilón, Gruñón, Mocoso, Mudito, Romántico -Tímido- y Sabio.
De paso recuerdo aquello que, en clase de Psicología, explicó cierto ponente sobre esta historia: en los relatos populares encontraremos respuestas a cuantas preguntas nos hagamos... Y si Blancanieves simboliza la Inocencia y su madrastra la Vanidad, cada enanito representa una dimensión de todos los seres humanos. De hecho, ni siquiera resulta casual que sean mineros: para alcanzar nuestra esencia, debemos cavar hacia el interior.
En esta sociedad pintada por la COVID19, a menudo imagino a cada uno de ellos. Existen ciudadanos Bonachones que constituyen mi voz de la conciencia. Suelen ser alegres y respetuosos -a veces incluso en demasía-, mostrando su enfado cuando se incumplen las reglas... Los hay Dormilones, quienes anclados en su pasividad se comportan según sienten. Buscan saciar su pasión sin importarles las consecuencias, por lo que podemos encontrarlos entre aquellos que abiertamente se saltan cualquier norma... Muchos son Gruñones, reflejando nuestro lado más crítico tanto para los de arriba como para los de abajo. Pese a andar enfadados porque a su manera nos habría ido mejor, en el fondo pretenden el bien común. Tal vez por eso, según el cuento, no tengan mal corazón... Luego están los Mocosos, quienes con su alergia y sus quebrantos representan la dimensión corporal. Buscan una vida en equilibrio, con frecuencia de forma obsesiva. Desesperados en casa, estaban deseando que les dieran permiso para salir a entrenar... Otros son Muditos -como el enanito con más protagonismo de esta trama-, ofreciendo con sus gestos la orilla comunicativa de las personas. De apariencia sumisa, apenas critican, hablan poco -la verdad es que en muchos casos tampoco se atreven- y prefieren escuchar. El día que tomen la palabra serán invencibles... Los hay Románticos, dando fe de la importancia de nuestros sentimientos, mientras ponen imagen a esa dimensión afectiva. Demuestran su timidez estando también callados, si bien son optimistas: todo saldrá bien... Finalmente los Sabios, incluso expertos, recordando la dimensión intelectual del ser humano. Líderes de su clan, defienden con ahínco lo que piensan, aun a riesgo de estar equivocados. En muchos sentidos, son generadores de opinión.
Quizá no es casualidad que en todas nuestras crisis aparezcan estos arquetipos. Quizá tampoco lo sea que un microbio diminuto nos haya demostrado que no éramos tan grandes como creíamos. Quizá ni siquiera que este relato de los Hermanos Grimm fuese el primer largometraje animado producido por Walt Disney. En cualquier caso, parafraseando al genial Victor Hugo, nosotros -ahora tan pequeños- siempre dispondremos de un medio excelente para ser mayor que cualquier gigante: encaramarnos sobre sus hombros.
miércoles, 13 de mayo de 2020
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