Cuando escribí aquel diccionario incluido en mis Nanas para un Principito (MAR Editor), Manuel pequeño estaba convencido de que su papá arreglaría el mundo. Ahora, cuando lo leemos juntos en la cabecera de su cama, ya sabe que no podré.
Durante estos tiempos del Coronavirus, mi hijo me ha visto triste, preocupado, a veces decaído... Razones ha habido para ello. Pero siempre -a pesar de las circunstancias- mirando en positivo, hacia delante y convencido de que, si no este mundo, al menos queda el recurso de arreglar nuestras palabras.
Abanico: Aire sin luz.
Anticipación: Sexto sentido de los ganadores.
Crisis: Situación en la que cada novedad es peor que la anterior.
Culpable: Lo primero que buscan las personas cuando tienen un problema. Lo segundo es una solución.
Diplomacia: Habilidad consistente en decir cortésmente lo que se piensa, aunque no se piense cortésmente lo que se diga.
Estrés: Exposición prolongada a la vida al límite.
Felicidad: Estado de ánimo que solo se alcanza cuando no tenemos miedos.
Hipótesis: Idea que en teoría pretendemos demostrar y que en la práctica necesitamos imponer.
Imaginar: Forma verbal de la palabra Magia.
Ironía: Amor con sentido del humor.
Leer: Forma verbal de la palabra Elección.
Lo siento: Combinación de vocablos que únicamente dicen quienes son muy valientes, muy maduros o muy sensibles.
Magia: Arte de crear ilusiones. No confundir con Amor, que es el arte de vivirlas.
Ostentación: Habilidad para demostrar que eres el más rápido, el más alto o el más fuerte, aun a riesgo de que alguien pueda creer que es verdad.
Perro: Dícese del mejor amigo del hombre, siempre que este no vaya en bicicleta.
Rencor: Sentimiento de pena o tristeza que produce la ausencia de las personas odiadas.
Saludar: Forma verbal de la palabra Salud.
Valentía: Virtud en peligro de extinción consistente en asumir debilidades sin proyectar culpas.
viernes, 15 de mayo de 2020
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