En otra noche de insomnio seguimos calculando cientos de índices para ver si en esta desescalada en tiempos del Coronavirus nuestra provincia puede cambiar de Fase.
Entre tanto, recibo el wasap de un amigo quien me aconseja que no me agobie por eso: decidamos lo que decidamos, la gente en la calle ya está en Fase Cuatro. El bar de la esquina aceptó las normas de la Primera aumentando sin límite y sin permiso el espacio de su terraza... Si disfrutas de algún paseo por la ribera a partir de las siete de la tarde, coincidirás con decenas de niños... E incluso puede ocurrir, como ha ocurrido hoy, que la trabajadora de una residencia para mayores nos solicite su quinta PCR -prueba diagnóstica de esta infección- porque por quinta vez olvidó implementar las oportunas medidas de prevención. Por mucho que alegue que es muy afectuosa con los ancianos, en las actuales circunstancias lo que realmente sería es una irresponsable.
Mi amigo me insiste en que vaya a dormir; el hombre es el único animal capaz de perderse en un laberinto, de tropezar dos veces con la misma piedra. Tal vez, como anticipara Mary Poppins en otra de sus lecciones, mañana los adultos lo habrán olvidado todo. Y es que a pesar de lo mucho que sabemos, a menudo parecemos incapaces de aprender de nuestros errores.
viernes, 29 de mayo de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario