domingo, 19 de abril de 2020

Esa vacuna llamada Horchata

A mis hijos ya les he advertido de que no seré yo quien diseñará la vacuna contra este Coronavirus, pero que ese detalle carece de importancia. Lo realmente importante es que -lo logre quien lo logre- resulte eficaz, segura y accesible.
Aun cuando la Sirenita sigue apostando por mí -a su edad, cualquier padre sería Superman-, desde que descubrimos el poder terapéutico de esas otras vacunas mágicas y universales que ofrece la vida, nos gusta repasar sus propiedades. Así, en la antesala de nuestros sueños, Mamá recordó ayer el valor de los Abrazos, capaces de desactivar el estado de tensión de cualquier persona... Manuel pequeño insistió en la importancia del Cuento y de cuantos gerundios le acompañan: compartiendo, sintiendo, escuchando... Amalia apostó por ese Chocolate que sabe tan delicioso, a lo que yo le añadiría que es fuente de antioxidantes y Benito Expósito Expósito -protagonista de mi novela Mi planeta de chocolate- que cuando debas elegir entre dos opciones, tomes siempre la que lo tiene.
Entonces llegó mi turno. Y desde el recuerdo de aquel regalo que nos enviara por Navidad nuestro querido Miguel Ramón -amigo que nos presentó la Literatura y en cuya generosidad me inspiré para crear el personaje principal de El amor en los tiempos del Mindfulness-, indiqué esa Horchata que estamos degustando durante el fin de semana.
- ¡Horchata! -exclamaron los tres sorprendidos.
Entonces les expliqué que este refresco natural favorece nuestra hidratación, es digestiva -gracias a su contenido en enzimas-, filón extraordinario de energía, copiosa en minerales y vitaminas -especialmente C y E-, previene la arterioesclerosis -por su alto contenido en ácido oleico- y regula la tensión arterial -al ser rica en arginina-. Todo ello sin fosfatos, ni glucosa, ni caseína, ni gluten. Además su sabor nos encanta, la tomamos en familia... Y lo más importante de todo: nos la ha regalado un amigo desde la mismísima Alboraya -sin duda, la cuna de esta bebida-, por lo que en tal caso llevaría consigo otra vacuna añadida: la Amistad.
Y así vamos pasando este confinamiento, descubriendo remedios universales que teníamos olvidados, mientras conjugamos esos gerundios que tanto le agradan a nuestro Principito.

1 comentario:

Silvia Cortés Ramírez dijo...

Ahora me muero por una horchata...y aquí no existe!!! 😢😢