miércoles, 29 de abril de 2020

Marea blanca en tiempos del Coronavirus

Unos 38.000 sanitarios infectados en España por COVID19 según datos oficiales -a los que podrían sumarse como mínimo otros 12.000 trabajadores de residencias geriátricas y centros sociosanitarios-, si bien algunas estimaciones elevan significativamente esas cantidades... El 20% del total de los infectados pertenece a dicho colectivo, frente al 10% en Italia o el 3% en Estados Unidos... Uno de los países del mundo con mayor tasa de contagios entre sanitarios -incluso por delante del estado transalpino- y el que tiene más casos entre estos profesionales de la Unión Europea... Según Redacción Médica, al menos 39 profesionales de la Medicina han perdido su vida por haberse contagiado mientras trabajaban... Ciertamente, ha sido horrible, ¡está siendo horrible! Y encima cierta consejera exhibe en rueda de prensa que en ningún hospital de su Comunidad falta material de protección, mientras apunta como fuente de esos contagios a viajes particulares o su contacto con familiares y amigos enfermos. Quizá presionada por la petición de siete sociedades científicas, el Sindicato Médico, la Asociación de Defensa de la Sanidad Pública, el Colegio de Médicos de su provincia y otras entidades sociales, se acabaría retractando, si bien el daño por sus declaraciones ya estaba hecho.
Como lamenta aquel profesor que tuve durante mi etapa en el Instituto de Salud Carlos III, José María Martín Moreno, el riesgo para los profesionales era algo conocido. Pero, por alguna razón, el sistema no se ha preparado a tiempo. Han faltado los elementos básicos de los equipos de protección individual, como mascarillas, batas, guantes de nitrilo y gafas de protección. Este mismo catedrático asegura que pese a las carencias, por ética, profesionalidad y obligación, tanto los profesionales sanitarios como los de residencias han seguido atendiendo a sus pacientes, lo que ha disparado las probabilidades de contagio.
Daniel López Acuña, quien fuese director de Acción Sanitaria en Crisis de la Organización Mundial de la Salud, y a quien también tuve la suerte de disfrutar como ponente en aquel congreso, lo resume en una línea: Los profesionales sanitarios fueron a la guerra sin protección.
Por todo ello y como un sanitario más, me sumo a la petición de nuestra Marea blanca de que se les asigne lo antes posible el debido material de protección y se realicen test de calidad para garantizar su seguridad, permitiendo de paso una labor eficiente sin someter a más riesgos a este colectivo, a nuestros pacientes, a nuestras familias y a la población en general.
Porque, efectivamente, no somos héroes ni mártires. Tan solo profesionales con vocación que queremos realizar correcta y seguramente nuestro trabajo.

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