En estos tiempos del Coronavirus me paso los días atendiendo preguntas. Igual me llama el alcalde de ese municipio para saber cómo desinfectar sus calles, que el personal de aquella funeraria para aclarar cualquier duda sobre el último momento. Cada respuesta que ofrezco queda avalada por dos pilares: los protocolos establecidos y mi hemisferio derecho. Y es que a menudo, las cuestiones que se plantean son demasiado complejas por su trascendencia o su premura, habiendo recurrido a mi sentido común más emocional para poder resolverlas. A veces pienso incluso que soluciono más por lo que transmito que por lo que realmente sé.
Sin embargo, las cuestiones más difíciles nos las siguen haciendo mis hijos. La última de ellas, la que me plantea nuestra Sirenita: Papá, ¿el Ratoncito Pérez tampoco puede salir de casa? Y es que su diente canino lleva en danza varios días, aguardando su preciada recompensa en el caso de que se le caiga.
Entonces, allá donde no llega ningún protocolo y el cerebro se bloquea, surge el Principito para sacarnos de dudas: Él sí que puede, como los sanitarios. Sale porque su trabajo es importante. Y si le para la policía, enseña un salvaconducto y le permiten pasar.
De manera que así estamos... Dispuesto a resolver las dudas que surjan y esperando a otro invitado indispensable para todos aquellos entre cero y más de cien años que seguimos teniendo alma de niño: el Ratoncito Pérez.
miércoles, 1 de abril de 2020
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