En cualquier caso, y pese a que con este Coronavirus existen pocas certezas, soy moderadamente optimista. A todos nos interesa que esa vacuna esté disponible cuanto antes. Quizá por esto, se estima que actualmente la Organización Mundial de la Salud tiene constancia de más de setenta trabajos de investigación abiertos, dos de ellos desde nuestro Centro Nacional de Biotecnología... Quizá por ello, científicos chinos ya estén probando en voluntarios varias patentes frente a COVID19 -una incluso en fase II-, dentro de ese ensayo liderado por una epidemióloga y financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología del país... Quizá por eso, se hayan unido en tal objetivo dos farmacéuticas tan importantes como la francesa Sanofi y la británica GSK, avanzando que podrían tener algún preparado eficaz y seguro en un periodo de tiempo entre 12 y 18 meses.
En esta carrera contrarreloj acabaremos encontrando remedio contra ese maldito virus. De ello estoy convencido. Sin embargo, mis dudas se aferran a cómo resolveremos esas secuelas que va dejando a su paso: desde la sanitaria a la económica, pasando por la psicológica a medio-largo plazo.
Entre tanto, el Principito me insiste en que idee alguna vacuna antes de irnos a dormir. Y yo, tras un penúltimo cuento, les advierto que sé de una que les permitiría ser más felices, que nos hace sentir bien, que supone ejercicio pues moviliza cientos de músculos, que hace que a los demás les guste estar con nosotros, que mejora nuestras defensas, aumenta la confianza y encima vivimos más. ¿Cuál es?, pregunta impaciente la Sirenita. Y entre los tres, sonriendo, damos con la solución... Precisamente esa: nuestra sonrisa.
1 comentario:
Esa es una gran vacuna, Manuel. Se sabe que mantiene el sistema inmunológico fuerte. Gracias. Un besote.
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